Cada kilómetro, cada parada, cada rostro y cada respiro… se grabó en nuestra memoria como parte de un cuento.
🌿 1.PRIMER PASO HACIA BOLIVIA: RUMBO A VILLA MONTES
Aquella mañana en la que salimos de Paraguay, el cielo estaba ligeramente brumoso. Nada más cruzar la frontera apareció ante nosotros un puesto militar improvisado, que desde el principio mostraba el espíritu del viaje: Este camino era sencillo, real y sin adornos. No había un paso moderno lleno de carteles, ni una puerta fronteriza ordenada… Solo una pequeña construcción refugiada en la sombra del viento, unos cuantos soldados y una bandera boliviana que se movía suavemente en el polvo. Revisaron nuestros pasaportes, hicieron algunas preguntas y ese largo camino hacia los Andes nos envolvió.
Los primeros kilómetros de Bolivia eran como una continuación de Paraguay: llanuras… matorrales dispersos… el temblor del calor a lo lejos… Como si el mundo aún no hubiera decidido convertirse en montaña.
Tras un largo viaje llegamos a Villa Montes. Era un pueblo sencillo pero animado, en pleno Chaco. Las calles estaban vivas, la gente apresurada, el clima caluroso… Primero cambiamos dinero; porque los clásicos peajes de control bolivianos ya se intuían en la ruta. A lo largo del camino, los puestos de control pedían documentos y cobraban pequeñas tasas.
Hicimos una breve parada en Villa Montes y aliviamos el cansancio con una bebida fría. Después, la llave volvió a girar y volvimos a oír el sonido del motor…
Y el camino empezó de verdad.
🏔 2.LA SOMBRA DE LAS MONTAÑAS: ASCENSO HACIA TARABUCO
Poco después de salir de Villa Montes, el camino empezó a cambiar. Era como si la corteza terrestre se elevara lentamente y el mundo se remodelara.
Llegaron las primeras curvas…
Luego las segundas…
Luego unas que parecían no terminar nunca…
De pronto, las llanuras paraguayas quedaron atrás y comenzaron las legendarias alturas de Bolivia. Caminos de tierra… pasos de montaña serpenteantes… valles excavados por arroyos… Todo era más salvaje, más natural, más silencioso.
Cuando cayó la noche, el color del camino cambió. Fuera de los pocos metros que iluminaban los faros, el mundo era completamente oscuro. Nos detuvimos al lado de un control policial y dormimos en el coche. Así fue nuestro primer encuentro con la fría noche de los Andes.
Con la luz temprana de la mañana seguimos adelante y, al cabo de un rato, vimos aquel pueblo mágico de tejados rojos, ropa colorida y calles estrechas:
Tarabuco.
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🎨 3.TARABUCO: EL COLORIDO CORAZÓN DE BOLIVIA
Entrar en Tarabuco era como entrar en un pequeño libro de cuentos. La cultura más auténtica de Bolivia vivía aquí, en toda su sencillez. Ubicado a unos 3.200 metros de altura, este pueblo andino te hace sentir la fuerza del altiplano desde el primer momento.
Las mujeres caminaban por las calles con ropa muy colorida hecha de tejidos tradicionales. Sus sombreros, sus diseños y su porte llevaban las huellas de una cultura que no ha cambiado en siglos.
Mientras paseábamos por el mercado, el olor de la tierra y de las piedras se mezclaba con el de los puestos. Los dulces y las comidas eran sencillos, pero muy sabrosos.
La cocina de este pueblo es como su cultura: sin exageraciones, real y sincera.
Tarabuco era el alma de Bolivia. Mientras el viento de los Andes nos revolvía el pelo, la vida aquí parecía fluir más despacio.








🏛 4.SUCRE: LA LUZ DE LA CIUDAD BLANCA
Al salir de Tarabuco volvimos a entrar entre las montañas. Las curvas continuaban, pero la carretera se volvió más ordenada.
Al atardecer, cuando el cielo se tornó rosado, apareció ante nosotros Sucre, la capital oficial de Bolivia. Ubicada a unos 2.800 metros de altitud, la ciudad nos recibió con ese aire fresco y ligero propio de las alturas andinas.
Sí, poca gente lo sabe: la capital constitucional y oficial de Bolivia es Sucre. Es famosa por sus casas totalmente blancas y por eso se le llama “La Ciudad Blanca”.
En cuanto nos instalamos en la casa de Airbnb, se nos vino una imagen a la mente: las mujeres bolivianas asando pescado a la parrilla al borde del camino… Volvimos y compramos un gran pescado a la parrilla. Aquella noche, junto con nuestro cansancio, comimos ese pescado y nos entregamos al silencio de la ciudad.
La noche de Sucre, con la ligera frescura de la altura, nos tranquilizó el alma.
🌄 5.MIRAR SUCRE DESDE LA COLINA DE RECOLETA
A la mañana siguiente fuimos al lugar más famoso de Sucre:
Mirador de la Recoleta.
Es como un balcón construido sobre la ciudad. La Iglesia de la Recoleta, con sus dos torres, su amplia plaza de piedra, la vieja fuente en el centro y su vista impresionante, conecta a la vez con el pasado y el presente.
Sucre se extendía a nuestros pies… Casas blancas… la armonía de los techos de tejas rojas… Ver cómo la arquitectura colonial llegaba hasta hoy sin romperse con el tiempo conmovía profundamente.
Esta ciudad no es solo una capital; es como un alma que ha caminado desde la historia hasta el presente.





🕍 6.PERDERSE EN EL CORAZÓN DE SUCRE: CALLES COLONIALES
Mientras bajábamos de Recoleta hacia el centro, aparecieron las famosas calles de Sucre. Casas encaladas, balcones de hierro forjado negro, pequeñas puertas, caminos de piedra estrechos…
Estas calles dan la sensación de no haber cambiado desde 1800 hasta hoy. Cada puerta guarda una historia, cada balcón parece susurrar una vieja canción.
Caminar por Sucre es como caminar por la historia.
Una mirada panorámica al centro histórico de Sucre, famoso por sus edificios coloniales blancos.
Calles que reflejan el espíritu colonial de Sucre: fachadas blancas, balcones de hierro, caminos de piedra y momentos en los que la cultura andina se mezcla con la vida cotidiana.
⚰️ 7.CEMENTERIO GENERAL: LOS MOMENTOS MÁS SILENCIOSOS DE LA CIUDAD
Uno de los lugares más sorprendentes de la ciudad fue el Cementerio General de Sucre, el famoso cementerio de la ciudad.
Desde la entrada comienza un mundo diferente.
Silencio, peso y respeto…
Muros de nichos de tres y cuatro pisos…
El cementerio infantil…
Pequeñas ventanas decoradas con flores…
La luz del sol rebotando en las paredes blancas…
Este cementerio muestra cómo la cultura boliviana ve el delicado vínculo entre la vida y la muerte.
8.CASTILLO DE LA GLORIETA: EL CASTILLO ROSA DE CUENTO DE SUCRE
Después de pasear por las calles coloniales de Sucre y absorber el alma de la ciudad, pusimos rumbo a un lugar muy distinto, un poco fuera del centro:
Castillo de la Glorieta.
Este castillo de color rosa parece un reino de fantasía en medio de la arquitectura blanca de Sucre. Entre las colinas que rodean la ciudad, aparece de repente y deja a uno sorprendido.
Castillo de la Glorieta fue construido a finales del siglo XIX por una pareja adinerada, Francisco Argandoña y Clotilde Urioste.
Ambos eran algunas de las figuras más poderosas de la aristocracia boliviana y, deseando una casa digna de ellos, mandaron diseñar este castillo inspirándose en los palacios europeos. Por eso el castillo no tiene un solo estilo, sino que reúne muchos diferentes:
Mientras caminas por el patio del castillo, sientes como si recorrieras el tiempo.
El color rosa de las paredes brilla aún más bajo el sol y la textura de las piedras susurra la voz del viejo mundo. En una esquina, una torre vertical se eleva hacia el cielo,
en otra, una estructura de líneas redondeadas completa la elegancia del castillo. Al fondo se levantan las montañas de Bolivia, rodeando toda la magia del lugar.
Castillo de la Glorieta no es solo una construcción arquitectónica: es un sueño congelado en el tiempo.





9.CAL ORCK’O: TRAS LAS HUELLAS DE LOS DINOSAURIOS
Al día siguiente fuimos al lugar más emocionante en las afueras de la ciudad: Parque Cretácico de Sucre, el famoso Parque de Dinosaurios.
Aquí se encuentra la pared de huellas de dinosaurios más grande del mundo. En la enorme superficie rocosa llamada Cal Orck’o, cientos de huellas han llegado hasta hoy desde hace millones de años.
Los grupos entraban por turnos. Nosotros también hicimos la fila y, cuando llegó la hora, entramos junto a los otros turistas. Caminar entre las estatuas de dinosaurios, los senderos rocosos y las superficies fosilizadas fue una experiencia increíble.
En las alturas de los Andes, caminar junto a las huellas de un mundo que existió hace millones de años…
Fue uno de los momentos más inolvidables de este viaje.







🌟 EPÍLOGO — UN CUENTO QUE ATRAVIESA EL CORAZÓN DE SUDAMÉRICA
Este viaje, que comenzó en la sencilla frontera de Paraguay y se extendió hasta los muros blancos de Sucre,
fue más un estado de ánimo que una simple ruta.
El calor de Villa Montes,
los colores de Tarabuco,
la elegancia colonial de Sucre,
la vista de Recoleta,
el silencio del cementerio,
Nuestro paseo, como en un cuento, entre los muros rosas de Castillo de la Glorieta,
y el mundo atemporal del parque de dinosaurios…
Cuando todo eso se reúne, vuelve a sentirse la atmósfera mágica de Sudamérica.
Este camino no fue solo un viaje.
Este camino se convirtió en la historia de dos personas que crecieron, aprendieron y descubrieron juntas.
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